La extracción y el expolio de las esculturas del Partenón por parte de Lord Elgin es una acción bárbara e injustificable, ya que se las destinó a decorar su casa.
Las esculturas robadas forman parte del cuerpo mismo del templo del Partenón, que aún se alza orgulloso sobre la Acrópolis ateniense.
Incluso el propio monumento reclama que le devuelvan la integridad de su cuerpo, para exhibirse entero a los ojos de la humanidad, a los ojos y a los sentidos de todo el mundo. Para que la gente vea y experimente la grandeza de la concepción arquitectónica y de su ejecución, de su estética escultórica, para que disfruten del símbolo de la Democracia al completo, bajo la luz del sol ático que lo vio nacer, y que lo hace distinto por la mañana, al mediodía, al atardecer violeta, y por la noche, bajo la luz de la luna llena.
Ha llegado la hora de que los mármoles exiliados vuelvan del Museo Británico de Londres y se unan de nuevo con el cuerpo que los espera en Atenas, en el Museo de la Acrópolis.
Eso impone la unidad del propio monumento, que no es sino la unidad de nuestra civilización misma.
Nikos Stampolidis
Director del Museo de la Acrópolis